En nuestra sociedad hay poca noción de lo que es el buen trato entre personas, incluso de lo que es el buen trato con nosotras/os mismas/os. Podemos pensar que las relaciones de maltrato son casos concretos con características determinadas y no siendo así, las formas de relacionarse son correctas. Pero no todo es así de simple. Que en una relación de pareja no se dé maltrato no quiere decir que haya todo el respeto posible; hay muchos matices.
De entrada, vivimos en una sociedad aún patriarcal con un modelo general de relación basado en el poder. Vemos como normales situaciones de dominio – sumisión, entre todo tipo de vínculos y no solamente en pareja. Socialmente se valora la disputa, el conflicto, la pelea. En los medios de comunicación (televisión principalmente) tienen cabida con más facilidad los individuos que generan polémica que las personas dialogantes.
Esta forma de tratarse se traslada a la esfera privada. Establecemos relaciones de pareja en términos de posesión hacia la otra parte, también de dependencia. La relación en muchos casos, lejos de ayudarnos a crecer, nos asfixia.
Y por último, también creamos una relación de maltrato personal interno. Tenemos contradicciones y conflictos con nosotras/os mismas/os. Nos marcamos exigencias que vienen de la sociedad y que al final suponen una forma de maltratarnos, no nos cuidamos al compararnos con los demás.
Por todo esto, frente al modelo social de maltrato que tenemos interiorizado habría que pelear más por instaurar un modelo de buen trato. Promover valores como el respeto, la negociación, la cooperación, la solidaridad... Potenciar formas de relación que no tuvieran como base el enfrentamiento sino el cuidado mutuo. Así se llegaría también a una sociedad igualitaria y a relaciones entre personas, en general, y de pareja, en particular, constructivas y sanas.
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