Afirman en la última campaña publicitaria de una marca de preservativos. Puede parecer obvio pero no se tiene tan interiorizado en la práctica sexual como cabría esperar.
Algunas personas reconocen el riesgo al que se exponen por no utilizar condón pero, pese a todo, no lo usan y recurren a la marcha atrás. O utilizan el condón sólo al final del coito, cuando se acerca la eyaculación. ¿Las razones para ello? “Con condón no es lo mismo”, “no se siente igual”, “corta el rollo”, etc.
Hay algo que sí es cierto y es que en el campo de la anticoncepción no hay grandes posibilidades de elección: o te hormonas (en diferentes formatos) o te insertas un DIU…o usas preservativo. Luego quedan los métodos quirúrgicos (vasectomía y ligadura de trompas) pero éstos son adecuados para personas/parejas con un proyecto vital menos cambiante, con la idea clara de no tener hijos/as o que ya los han tenido. Las opciones son las que son y además ni de lejos igualitarias ya que la mayoría son de uso femenino.
Además no debemos olvidar que también está el riesgo de adquirir una enfermedad de transmisión sexual. El condón es el único método anticonceptivo que nos protege frente al VIH.
Nos hemos relajado a la hora de protegernos, corremos riesgos innecesarios que, en el momento de la relación sexual nos pueden parecer menores, pero “si algo pasa” estamos ante una situación nada agradable.
¿Y en qué momento de la marcha atrás está el riesgo? “Antes de llover, chispea”. Así de claro. Un hombre puede tener un gran control sobre su eyaculación y retirarse a tiempo de la vagina pero, antes de emitir el semen, salen unas pocas gotas del llamado líquido preseminal, con una proporción menor de espermatozoides que el semen pero suficientes para darse un embarazo. Y también contiene VIH.
A partir de ahí que cada una/o decida pero no nos engañemos pensando “a mí no me va a pasar” porque puede suceder…
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